sábado, 23 de octubre de 2010

Que es el holograma

  |Los físicos han descubierto que las partículas pueden ser simultáneamente ondas, ya que no son ondas físicas reales, como las del sonido o el agua, sino más bien fenómenos ondulatorios de probabilidad. Las ondas de probabilidad no representan las probabilidades de las cosas, sino más bien probabilidades de interconexión. Es un concepto difícil de entender, pero, en esencia, lo que afirman los científicos es que no existe lo que llamamos «cosa». Lo que solíamos llamar «cosas» son, en realidad, «sucesos» o procesos que podrían convertirse en sucesos.

Nuestro viejo mundo de objetos sólidos y leyes deterministas se ha disuelto ya en un mundo de pautas de interconexiones ondulantes. Conceptos tales como «partícula elemental», «sustancia material» u «objeto aislado» han perdido su significado. El universo entero se nos presenta como una trama de pautas energéticas inseparables. Así, definimos el universo como un todo dinámico que incluye siempre de forma esencial al observador.

Desde luego, si el universo está compuesto por una trama semejante, no existe (lógicamente) eso que denominamos parte. Por tanto, no somos partes separadas de un todo. Somos un todo.

El doctor en física David Bohm afirma en su libro The Implicate Order que las leyes físicas primarias no pueden ser descubiertas por una ciencia que intenta fragmentar el mundo en sus diversas partes. Bohm ha escrito acerca de un «orden plegado implícito» que existe en estado no manifiesto y que constituye la base sobre la que descansa toda realidad manifiesta. A esta última la denomina «el orden desplegado explícito».

«Se considera que las partes presentan una conexión inmediata, en la que sus relaciones dinámicas dependen irreductiblemente del estado de todo el sistema… Así, somos conducidos a una nueva noción de integridad no fragmentada que niega la idea clásica de la analizabilidad del mundo en partes existentes de forma separada e independiente».


El doctor Bohm afirma que el punto de vista holográfico del universo es el trampolín que facilita la comprensión de los órdenes plegado implícito y desplegado explícito. El primer concepto de holograma especifica que cada pieza es una representación exacta del todo y se puede utilizar para reconstruir el holograma completo.


En 1971, Dennis Gabor recibió un premio Nóbel por la formación del primer holograma. Era una fotografía captada sin objetivo en la que se registró un campo de onda de luz dispersa por un objeto, en forma de pauta de interferencia sobre una placa. Cuando se sitúa el holograma o registro fotográfico en un haz de láser o de luz coherente la pauta de onda original se regenera para formar una imagen tridimensional. Cada pieza del holograma es una representación exacta del todo y reconstruirá la imagen completa.

El doctor Karl Pribram, afamado estudioso del cerebro humano, ha acumulado a lo largo de una década numerosas pruebas de que la estructura profunda del cerebro es esencialmente holográfica. Afirma que los estudios de muchos laboratorios, realizados mediante complejos análisis de frecuencias temporales y/o espaciales, demuestran que las estructuras cerebrales ven, oyen, gustan, huelen y tocan holográficamente. Seguidamente, la información es distribuida por todo el sistema de manera que cada fragmento puede producir el informe completo.

El doctor Pribram emplea el modelo de holograma para describir no sólo el cerebro, sino también el universo. Afirma que el cerebro emplea un proceso holográfico para extractar información de un campo holográfico que trasciende el tiempo y el espacio.

Los parapsicólogos han investigado las energías susceptibles de generar telepatía, psicocinesis y curación. Desde el punto de vista de un universo holográfico estos efectos surgen de frecuencias que trascienden el tiempo y el espacio; no tienen que ser transmitidas.

Son potencialmente simultáneas y están en todas partes. Cuando nos refiramos en este libro a los campos energéticos utilizaremos términos que pueden resultar arcaicos desde el punto de vista de los investigadores especializados. El fenómeno del aura se encuentra claramente dentro y fuera del tiempo lineal y del espacio tridimensional. Como en los casos clínicos que hemos presentado, yo «vi» los sucesos de la pubertad de Ed cuando se rompió el cóccix, porque llevaba consigo esta experiencia en su campo energético.

La « flecha» del amante se puede percibir en el campo energético actual, aunque el clarividente puede retrotraerse aparentemente en el tiempo y ser testigo del acontecimiento en el momento de producirse. Muchísimas de las experiencias relatadas en este libro requieren más de tres dimensiones para ser explicadas; muchas de ellas parecen resultar instantáneas. La capacidad de ver en el interior del cuerpo a cualquier nivel con resolución variable implica el uso de dimensiones adicionales.

La capacidad que se precisa para percibir sucesos del pasado mediante el sencillo procedimiento de solicitar información, o para ver un acontecimiento probable y cambiarlo mediante la intervención en el proceso curativo, podría implicar un tiempo no lineal. La capacidad para ver un suceso que se producirá en el futuro va más allá del tiempo lineal.

Al emplear el concepto de los campos para describir el aura nos encontraremos impregnados de dualismo; es decir, separaremos el campo de nosotros y «lo» observaremos como un fenómeno que existe como «parte» nuestra. Utilizaremos términos como «mi campo» y «su aura», etc. Ello obedece a pautas dualistas. Debo disculparme por ello y decir que, francamente, a estas alturas soy totalmente incapaz de impartir estas experiencias sin recurrir a los viejos moldes.

Desde el marco holográfico de la realidad, cada parte del aura no sólo representa el todo, sino que, además, lo contiene. Así, lo único que podemos describir es nuestra experiencia con un fenómeno que observamos y creamos a un tiempo. Cada observación crea un efecto en la pauta observada. No somos una simple parte de dicha pauta; somos la pauta. Elta es nosotros y nosotros somos ella; sólo que ahora es preciso abandonar el término «ella» y sustituirlo por algún otro, más apropiado, para derribar el bloqueo que experimentamos en nuestro cerebro cuando tratamos de comunicarnos.

Los científicos han utilizado términos como «probabilidades de interconexión» o «trama dinámica de pautas energéticas inseparables». Cuando empezamos a pensar en términos de trama dinámica, todos los fenómenos aurales descritos en este libro dejan de parecer particularmente inusuales o extraños.

Toda experiencia está interconectada. Por tanto, si tomamos conciencia de ello y acogemos esa ínter conectividad en nuestros procesos cognitivos, podemos ser conscientes de todos los acontecimientos con independencia del tiempo. Pero tan pronto como decimos «nosotros», hemos vuelto a caer en el dualismo. Es difícil experimentar esta ínter conectividad cuando nuestra experiencia más importante de la vida es dualista. La conciencia holística estará fuera del tiempo lineal y del espacio tridimensional y, por tanto, no será reconocida fácilmente. Hemos de practicar la experiencia holística para ser capaces de reconocerla.

La meditación es una forma de trascender los límites de la mente lineal y permite que la ínter conectividad se convierta en una realidad experimental. Es muy difícil comunicar dicha realidad con palabras, ya que utilizamos éstas en forma lineal. Necesitamos desarrollar un vocabulario mediante el cual podamos conducirnos mutuamente a estas experiencias. En la meditación Zen japonesa, los maestros ofrecen una breve frase a sus discípulos para que se concentren en ella.

La frase, denominada koan, está concebida para ayudar a los estudiantes a trascender su pensamiento lineal. He aquí una de mis favoritas:

¿Cuál es el sonido de una mano que golpea?

Mi reacción ante esta conocida koan es encontrarme a mí misma extendiéndome hacia el interior del universo en una pauta de sonidos nunca oídos que parece fluir eternamente.

Conectabilidad superluminal

En la actualidad los científicos están encontrando, mediante procedimientos matemáticos y experimentales, signos evidentes de una conectabilidad inmediata y universal.

En 1964, el físico J. S. Bell dio a conocer una prueba matemática denominada teorema de Bell. El teorema apoya matemáticamente el concepto de que las «partículas» están conectadas según principios que trascienden el tiempo y el espacio, de manera que cualquier cosa que le suceda a una partícula afecta a las demás. Este efecto es inmediato y no necesita «tiempo» para transmitirse.

La teoría de la relatividad de Einstein decía que es imposible que una partícula viaje a una velocidad mayor que la de la luz. Según el teorema de Bell, los efectos pueden ser «superluminales», es decir, más rápidos que la velocidad de la luz. El teorema de Bell ha sido respaldado por la experimentación. Nos estamos refiriendo a un fenómeno que se mantiene al margen de la teoría de la relatividad de Einstein.

Estamos tratando de dar un paso hacia delante respecto de la dualidad onda/partícula.

Por tanto, vemos una vez más que a medida que avance la técnica de los equipos científicos permitiéndonos profundizar en la materia con una sensibilidad más elevada, encontraremos fenómenos que no se pueden explicar por medio de las teorías actuales. Cuando se produjo este tipo de profundización, a finales del siglo XIX, el descubrimiento de la electricidad revolucionó el mundo y nos hizo pensar con mayor profundidad todavía en quiénes somos.

Cuando volvió a suceder, en los años cuarenta, la energía atómica revolucionó el mundo. Parece que en la actualidad nos encaminamos a otro período de tremendo cambio. Si los físicos aprenden la forma en que actúa esta conectabilidad instantánea, cabe pensar que aprenderíamos a captar conscientemente nuestras conexiones instantáneas con el mundo y entre nosotros.

Esto, evidentemente, revolucionaría la comunicación, además de cambiar radicalmente nuestra forma de interactuar.

La conexión instantánea podría aportarnos la capacidad de leer el pensamiento de los demás cada vez que lo deseáramos.

Podríamos saber qué nos pasa a cada uno y tratar de entendernos más profundamente.

Además, podremos ver con mayor claridad cómo y en qué medida afectan al mundo, mucho más de lo que habíamos pensado antes, nuestros pensamientos, sentimientos (campos energéticos) y acciones.

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